Porque ayuda a los padres a prepararse mejor, sí. Pero también porque permite que cada invitado se convierta en parte activa del bienestar del bebé. Es una manera de sumar desde el corazón, eligiendo con amor algo que será útil, necesario y bienvenido.
Un pañalero suave puede ser el abrazo que calma un llanto nocturno. Una mantita puede convertirse en el objeto favorito que acompañará sueños. Un biberón, una bañera, un móvil… todos llevan el mensaje silencioso de “te deseo lo mejor desde el primer día”.
Al elegir un regalo, también estás dejando tu huella en los primeros recuerdos de esa nueva vida.
Así que la próxima vez que veas una mesa de regalos, mírala con otros ojos. No es una simple lista de compras. Es un altar de generosidad, una muestra de comunidad, un acto de amor colectivo.
Y si tienes la dicha de estar invitado a un baby shower, elige tu regalo con la misma ternura con la que darías un abrazo al bebé. Porque tu presencia y tu detalle serán recordados más allá del objeto: vivirán en los momentos cotidianos que ese pequeño compartirá con sus padres.